¿Quién puede meditar?

quién puede meditar

¿Quién puede meditar? ¿es para mí la meditación? Estas son algunas de las primeras preguntas que muchos se plantean cuando se plantean meditar. Sin embargo, aunque pueda parecer una pregunta simple y fácil de responder, me gustaría darte una perspectiva que quizás no hayas considerado si te has planteado estas preguntas.

En principio la meditación, puede ser una práctica muy interesante para todos. Por un lado, es una práctica que no requiere de un estado físico determinado y tampoco conlleva realizar ningún tipo de esfuerzo físico. Además, la meditación puede ser una práctica apta para todo tipo de edades. Incluso los niños pueden practicarla.

¿Puedo meditar si tengo algún tipo de condición o enfermedad?

En el caso de que exista algún tipo de condición o enfermedad física, psíquica, mental o emocional en particular será siempre tu médico el que deberá determinar si practicar la meditación puede ser bueno para ti o no.

Como en todo, existen algunas excepciones, principalmente con condiciones o enfermedades mentales en las que la meditación no es recomendable, por eso es mejor preguntar antes de comenzar.

En el caso de algún tipo de condición o enfermedad física, como problemas en articulaciones, artritis, reuma u otro tipo de enfermedades degenerativas, también sería necesario preguntar a tu médico antes de comenzar a meditar.

En estos casos es posible adaptar la práctica. En realidad, no es necesario practicar la meditación con las piernas cruzadas, o de rodillas en posturas que puedan comprometer tus articulaciones. Si puedes sentarte o tumbarte ya tienes otras alternativas. La postura no debería ser un impedimento. Pero si quieres estar completamente segur@ pregunta a tu médico.

Comodidad, ante todo

Una de las cosas importantes en la meditación es la comodidad. Siempre tenemos que adaptar la postura para que la meditación sea lo más cómoda posible, tranquila y sin sacrificio o dolor.

Esto aplica para todos, tanto los que puedan tener algún tipo de condición física como si no. ¿y….por qué? Porque si estás pendiente de tu incomodidad será mucho más difícil que te centres en meditar.

Únicamente los meditadores con muchísimas horas de experiencia y que buscan alcanzar un control exhaustivo de la mente y de su realidad física, pueden decidirse a meditar en condiciones extremas como temperaturas bajo cero o sin moverse durante muchas horas.

En estos casos, es precisamente la incomodidad lo que reta y alimenta la meditación. Además de buscar alcanzar un nivel de consciencia superior aislándose de todo tipo de influencias exteriores o de la mente.

Para el resto de nosotros, la comodidad ayuda a comenzar a meditar. Especialmente a los principiantes. Todo lo que facilite la práctica es bienvenido.

Sin embargo, la base para poder meditar está desde mi punto de vista un poco más allá de una determinada postura, edad, estado de salud etc. Realmente todos estos pueden ser unos condicionantes preliminares que está bien valorar pero además, antes de comenzar a meditar, es necesario contemplar otros requisitos que generalmente se pasa por alto y que tiene mucha importancia si queremos hacer de la meditación algo más que un entretenimiento. ¿quién puede meditar?.

¿Quién puede meditar realmente?

La respuesta más clara es: todos aquellos que hayan hecho un propósito firme y una intención verdadera de emprender un camino de mayor consciencia. Solo estas personas van a poder meditar de verdad.

El resto es posible que se acerquen a la meditación buscando un alivio, matar la curiosidad o porque está de moda, por poner algunos ejemplos. En estos casos muy probablemente la meditación surta efecto y te ofrezca una mayor relajación, disminuya algunos de los síntomas originados por el estrés y proporcione un mayor bienestar. Pero pasado el efecto inicial, pronto se convertirá en una práctica más, totalmente pasajera, que será rápidamente sustituida en cuanto aparezca otra de mayor atractivo.

Todas las vías para llegar a la meditación son todas válidas. También lo son todas las intenciones.

Pero pasado ese primer contacto, la meditación va a exigir que subamos de nivel y creemos un compromiso muy sencillo, pero aún mayor.

¿Con quién tenemos que crear ese compromiso? Pues única y exclusivamente con nosotros mismos. Esto no es algo nuevo o que solo ocurra con la meditación.

Cualquiera que haya decidido hacer deporte o realizar cualquier otro tipo de afición sabe que, pasado un tiempo, es necesario ir aumentando el nivel o al menos mantenerlo constante si no es posible aumentarlo. Este tipo de propósito solo se consigue con compromiso y con una determinada predisposición mental.

En la meditación ocurre algo similar y va a requerir que haya una fuerza interior comprometida y dispuesta a abrir todas esas partes desconocidas de nosotros mismos, pues solo alcanzando este nivel de comprensión podremos comenzar a desarmar el poder de la mente.

¿Por qué meditamos?

No meditamos solo para relajarnos cuando nos estresamos. Esto solo es una forma superficial de meditación. Lo hacemos porque hemos adquirido un compromiso inquebrantable con nuestro crecimiento y evolución. La meditación es solo el catalizador que posibilita que, poco a poco, vayamos ganando una mayor consciencia de nosotros mismos y de todo lo que nos rodea.

Siendo sinceros, la meditación que tiene un objetivo superficial, no es meditación, aunque se la denomine como tal. Meditar nos lleva a querer encontrarnos con una realidad de nosotros mismos que nos es familiar pero que en el fondo desconocemos. La quietud, la calma que propician ese encuentro son una antesala.

La mayoría se quedan en esa antesala, generalmente porque no existe un compromiso verdadero y/o una predisposición mental adecuada. Sin el compromiso suficiente no es posible cruzar el umbral que conduce a la verdadera meditación y al encuentro con el verdadero SER. Es a partir de ese momento donde se comienza a producir la meditación verdadera. No antes.

Por tanto, solo pueden meditar los que, desde la fuerza de su compromiso, están dispuestos a cruzar el umbral del cambio y la transformación. El requisito fundamental para poder meditar es un deseo genuino de alcanzar un mayor conocimiento de uno mismo y una intención verdadera por elevar el nivel de consciencia individual.

La meditación exige que nos lancemos sin recelo a bucear en la profundidad de nosotros mismos por eso exige ese compromiso. Una zambullida corta, experimental y transitoria solo será eso: un experimento.

Recapitulando

Volviendo a la pregunta inicial de: ¿Quién puede meditar? una respuesta más profunda y desengañada será: los que elijan tomar y no soltar las riendas de su vida para conocer a su verdadero Ser.

Resumiendo, la meditación es apta para casi todos, todos podemos meditar y todos deberíamos hacerlo. Todas las vías por las que llegamos a la meditación son buenas. Pero más allá de esto, el requisito más importante para poder meditar tiene que ver con el tipo de compromiso que tienes contigo mism@.

Aquí puedes acceder a nuestro post que te dará algunas claves para iniciarte en la meditación. Si necesitas ayuda también puedes ponerte en contacto con nosotros.

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