Cómo empiezo a meditar es una de las primeras preguntas que surgen cuando decides meditar, probablemente te vengan muchas preguntas a la cabeza, incluso el ajetreo de la vida diaria puede hacer que parezca imposible permanecer durante más de unos minutos sentado en la misma posición, sin embargo empezar a meditar es más sencillo de lo que inicialmente puede parecer.
En este artículo vamos a ver los puntos más importantes para que arranques tu práctica y comiences a disfrutar los beneficios de traer la mente a casa.
Tu razón poderosa
Antes de empezar a meditar es conveniente que te pares a pensar porqué quieres meditar. Tienes que descubrir cuáles son las razones que te atraen hacia la práctica de la meditación. Está muy bien si llegas a la meditación porque se está poniendo de moda, porque piensas que es cool, incluso por el “postureo” o simplemente porque has oído que la mayor parte de los actores famosos, empresarios de éxito, políticos relevantes o personas conocidas socialmente meditan.
Cualquier camino es bueno para empezar a meditar, sin embargo es muy importante que encuentres tus propias razones; en esto no puedes suscribirte a las razones de otros. Sin tener claro cuál es TU razón poderosa es posible que no llegues demasiado lejos. Por poner un ejemplo es como querer hacer un viaje y no saber a dónde ir, ni que quieres visitar, ni por cuanto tiempo, solo porque otros viajan.
“¿Cuál es la motivación que te ancla al cojín de meditación? “
Por tanto, el primer paso en el camino de la meditación es tener claro cuál es la motivación que te ancla al cojín de meditación. Cuanto más poderosos sea tus motivos tanto mejor, te será de gran ayuda para no tirar la toalla. La motivación es uno de los pasos fundamentales para saber cómo empezar a meditar.
¿Cómo descubrir tu motivación?
Para descubrir tus motivos, puedes comenzar dedicándote unos minutos en algún lugar tranquilo, toma un papel y un bolígrafo y reflexiona sobre el momento en el que te encuentras en tu vida. Puedes incluir esos o aspectos de ti que crees que no te funcionan y te gustaría cambiar, tus preocupaciones, tu relación contigo mismo y tus emociones, tus relaciones personales, etc. Puedes incluso hacerte otro tipo de preguntas más existenciales como, quién eres en realidad, cuál es el propósito de tu vida o porque no, acercarte a explorar tu espiritualidad si así lo deseas.
Este momento de reflexión debería encaminarte a determinar cuál es tu verdadera motivación. Después, la meditación te ayudará a ir profundizando poco a poco en todas tus inquietudes tanto si lo que buscas es alcanzar iluminación, calmar tu estrés y emociones, mejorar tus relaciones o dormir mejor. No hay razones mejores o peores, solo tus razones.
Par empezar a meditar, busca un lugar tranquilo y un sitio para sentarte cómodamente
Una vez que has descubierta tu motivación, el siguiente paso en cómo empezar a meditar es buscar un lugar donde puedas estar en tranquilidad sin que nadie te moleste durante el tiempo que vas a dedicar a la meditación. Si convives con otras personas puedes colgar un cartel en la puerta para que no te interrumpan durante el tiempo que dure tú meditación.
Para empezar a meditar vas a necesitar algún sitio donde poder sentarte cómodamente.
La postura más habitual para meditar es la postura de la montaña. Para ella, lo más común es utilizar un cojín (zafu). También puedes meditar usando o un banquito de meditación. Si estás comenzando en la meditación y no tienes cojín o banquito, puedes meditar en una silla perfectamente.
Sea lo opción que sea, lo importante es que estés cómodo. Cuando meditas, debes mantener tu postura por un tiempo, si el asiento que has elegido o tu postura no es lo suficientemente cómoda, será más complicado que te concentres en la meditación.
Alguna gente se tumba para practicar la meditación, bien en la cama o en el suelo. Particularmente pienso que esta postura es para meditadores bastante avanzados. En esta postura, la mayoría de la gente se queda dormida, la posición horizontal favorece el sueño y este no es el objetivo de la meditación, no es necesario que estés tan cómodo como para dormirte.
Cómo debe ser tu postura para empezar a meditar
La postura para meditar también tiene que ser cómoda y siempre de acuerdo con tus condiciones corporales.
Como hemos dicho antes, lo normal es utilizar la postura de la montaña, esto es, sentado en un cojín con las piernas cruzadas para darte estabilidad. Al sentarte sobre el cojín tu pelvis se balanceará ligeramente hacia adelante, haciendo como una especie de cuña que estabiliza la postura ayudándote a mantener la columna recta de forma natural.
Prueba para ver cómo te desenvuelves en esta postura; en occidente no estamos acostumbrados a sentarnos así, si ves que sientes dolor en alguna parte de tu cuerpo y no te sientes cómodo prueba con otra opción que asegure tu comodidad.
No es necesario que medites con las piernas cruzadas, nunca fuerces una postura, especialmente si tienes problemas en los tobillos o en las rodillas, busca otra opción que se acomode a tus circunstancias.
La posición de tu columna vertebral
La columna tiene que estar recta, alineada, derecha pero sin ningún tipo de tensión. Es como si las vértebras de tu columna reposaran una sobre la otra siguiendo la curvatura normal de tu espalda. Al principio puede que te resulte un poco complicado por la falta de costumbre, pero poco a poco irás educando tu cuerpo. Mantener la postura ya es en sí meditación.
Si te resulta difícil mantener la columna recta, sin apoyo puedes apoyarla en el respaldo o sobre la pared. Recuerda que la meditación es un entrenamiento para tu mente y tu cuerpo no debe sufrirlo, más allá de la incomodidad que pueda resultar de la falta de costumbre y que desaparecerá con la práctica.
Tu cabeza debe permanecer alineada con tu columna y tu barbilla ligeramente hacia dentro. La sensación es como si un hilo tirara hacia arriba de tu coronilla.
En la postura que elijas lo importante es cómo te sientes por dentro, debes sentirte centrado, conectado con la tierra y alineado con la fuerza de la gravedad.
Recuerda que si:
- No te sientes cómodo y seguro
- Tu columna no está recta
- Te estas moviendo constantemente
- Estás forzando la postura por “postureo”
- Sientes dolor de espalda, en las rodillas y tobillos durante un rato después de meditar
Es muy probable que tu postura no sea la correcta. Revisa y adáptala a tus circunstancias, si tienes algún tipo de condicionamiento corporal debes preguntar a tu médico antes de comenzar a meditar.
Qué hacer con las manos
En este resumen de cómo empezar a meditar vemos ahora la posición de las manos. Existen numerosas posturas denominadas mudras, han estado ahí durante los últimos 4.000 años y su intención es crear un determinado estado mental. Además la postura de las manos ayuda en el proceso de meditación, a concentrarse mejor y a mantener una buena postura.
Uno de las posiciones más cómodas e interesantes desde el punto de vista de la meditación consiste en poner las manos en el regazo con las palmas hacia arriba y situando la palma de la mano derecha sobre la mano izquierda haciendo que los pulgares se toquen ligeramente. En esta postura las manos forman un círculo de energía junto con los brazos.
Este mudra se conoce como el mudra de la meditación, dhyana (en sanscrito) mudra, mudra del vacío. Lo veras representado en la mayor parte de las obras de arte orientales que muestran personas meditando. Es un mudra completo que nos ayudará en el plano emocional, mental y espiritual.
Esta posición de las manos nos ayuda a concentrarnos, a liberar la mente de los pensamientos para poder focalizar en nuestro verdadero ser interno. Además ayuda a mantener la atención plena, que junto con la respiración nos ayuda a reducir el estrés, disminuyendo la presión emocional y favoreciendo la concentración. Por otra parte, este mudra nos invita a vaciar la mente, a renovar nuestro interior soltando lo viejo y a generar una nueva energía purificadora.
Finalmente un aspecto muy señalado es su capacidad para despertar la conciencia y elevarnos espiritualmente despertando nuestra intuición y sabiduría interior conectándonos con el todo, con la fuente universal o con nuestra propia divinidad.
Algunos detalles más acerca de los ojos, la lengua y la respiración
Para finalizar este breve artículo sobre cómo empezar a meditar, vamos a ver qué hacer con los ojos, la lengua y la respiración. Habitualmente, durante la meditación los ojos permanecen cerrados. Es mucho más fácil concentrarse. Pero también podrías meditar con los ojos abiertos o semi cerrados como hacen los meditadores tibetanos. Puedes apoyar la lengua en el paladar.
Generalmente la respiración suele practicarse por la nariz durante toda la meditación. La respiración es muy importante en la meditación y merece que le dedicarle un artículo específico.
Aquí tienes un resumen sobre cómo empezar a meditar:
- Un lugar tranquilo y un lugar cómodo
- Tu postura: sentado, en silla o en un cojín. La pelvis se inclina ligeramente hacia adelante y tu columna y espalda permanecen rectas sin tensión.
- Tus manos se sitúan en tu regazo con las palmas hacia arriba, una sobre la otra con los pulgares tocándose ligeramente.
- La lengua se apoya el paladar y los ojos permanecen cerrados o entornados.
- La respiración se practica por la nariz.
- Comprueba que estás cómodo, asienta tu cuerpo, libera tensiones y ya estás listo para meditar.
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